LA HUMANIZACIÓN COMO CLAVE DEL PROYECTO HOSPITALARIO

 

 

LA HUMANIZACIÓN COMO CLAVE DEL PROYECTO HOSPITALARIO

Cuando desde el Proyecto Hospitalario hablamos de humanización lo hacemos desde una perspectiva de identidad propia. Somos una Institución de Iglesia y por tanto, una institución evangelizadora. El Proyecto Hospitalario debe entenderse en esta esfera identitaria.

La realidad como punto de partida

Lo primero que constatamos en nuestros centros es que las personas que atendemos no tienen en su horizonte inmediato una demanda humanizadora en clave de Evangelio. Me explico, las personas acuden a nuestros centros para ser atendidas, cuidadas y, si es posible, curadas. Vienen porque padecen una enfermedad y no porque tengan una demanda espiritual o religiosa. Sin embargo, desde el humanismo cristiano que inspira nuestro modelo de atención, desarrollamos pautas asistenciales integradoras, respondiendo a las necesidades de carácter bio, psico, social y espiritual.

Un largo caminar

Históricamente, la medicina, la espiritualidad y la religión han estado estrechamente relacionadas. Durante muchos siglos hubo una tendencia de dominio de las ciencias teológicas, sobre la medicina (un ejemplo conocido está maravillosamente expresado en la película EL MÉDICO.)

Este predominio de la teología fue disminuyendo y poco a poco, la medicina se abrió camino a través de un desarrollo propio, especialmente reforzada por el racionalismo y el positivismo que dieron paso a la Modernidad. Se instaló entonces una profunda crisis de relación. La medicina se independizó y llegó a rivalizar y, no en pocos casos, a rechazar como atávicos y hasta maleficentes los paradigmas teológicos, incluyendo, por supuesto, las propuestas de atención espiritual y religiosa.

Las aportaciones de Sigmund Froid y su visión sobre la religión, como un elemento enajenante de la propia capacidad de humanización, influyó de manera radical en la separación entre psiquiatría y religión. A partir de los años 50 del siglo pasado, la Iglesia Católica se comprometió a reforzar la relación entre el desarrollo científico y la fe. El conflicto entre medicina y atención espiritual y religiosa comenzó entonces a reducirse, sin llegar a desaparecer. 

La OMS, al integrar la atención espiritual en la promoción de la calidad de vida de los pacientes, ha facilitado y alentado este proceso. Además, son numerosos los estudios y trabajos de campo que demuestran el impacto de la espiritualidad en la salud.

Hoy está extendida la opción de conjugar medicina y atención espiritual: la medicina proporciona una la realidad clínica sobre la que basar una atención espiritual/religiosa coherente y beneficiosa.

La atención a las necesidades espirituales y religiosas de las personas atendidas a nivel sanitario se ha afianzado como un derecho integrado en el marco del cuidado de la salud integral de la persona. Es evidente que en nuestra sociedad existe una fuerte pérdida del sentido confesional propiamente dicho, pero no podemos decir lo mismo en relación a las expresiones de espiritualidad que se dan en nuestra cultura. Expresiones que se caracterizan por un creciente pluralismo, fruto de la una sociedad cada vez más heterogénea, que nos abre a otro desafío: dar respuesta a la diversidad espiritual y religiosa de las personas atendidas en nuestros centros.

La visión de nuestra Institución

Desde el punto de vista carismático, institucional, no hay duda alguna de la necesidad de integrar la atención espiritual y religiosa en el Modelo Asistencial Hospitalario, como expresión concreta de un enfoque de humanización particular. Así nos lo marca nuestro Marco de Identidad.

Para muchas personas, la espiritualidad, la religión, las creencias personales son una fuente de consuelo, bienestar, seguridad, sentido, sensación de arraigo, finalidad y fuerza. En cambio, para otras, la espiritualidad y la religión tiene una influencia negativa en sus vidas. De ahí la necesidad de respetar la diversidad de las personas atendidas, algo que no debe traducirse en una ausencia o empobrecimiento en la atención espiritual. Sería lesivo a la propia identidad institucional negar o empequeñecer esta dimensión en la praxis del Modelo Asistencial Hospitalario, asumiendo el desafío de la interdisciplinariedad.

 

Las preguntas siguen abiertas

Más allá de la claridad con la que los documentos de la congregación nos presentan la necesaria integración de la atención espiritual y religiosa, las preguntas subsisten… ¿Es posible plantearnos la humanización en clave evangelizadora, teniendo en cuenta el contexto de la diversidad espiritual de las personas asistidas? ¿Es posible una humanización en clave fundacional cuando los colaboradores no necesariamente comulgan con la propuesta de Jesús de Nazaret? 

En el año 1919, Antonio Botana desarrolló con los equipos directivos una reflexión sobre el sentido evangelizador de nuestros centros. Planteó que, desde el compromiso humanizador, todos los miembros de la Comunidad Hospitalaria encuentran una plataforma de unidad y de comunión en la diversidad que este es ya un modo de evangelizar.

Todo lo profundamente humano, no deja de estar en línea con la propuesta del Dios encarnado en Jesús de Nazaret. Al hilo de esta reflexión me viene a la mente el pensamiento del jesuita Karl Rahner, cuando hablaba de los “cristianos anónimos”, haciendo alusión a aquellas personas que buscan el bien y la verdad y que, sin confesarse cristianos, se ubican en línea con los valores del Evangelio. No tardó en llegar la crítica a esta visión de Rahner, tanto desde dentro, como desde fuera de la Iglesia. ¿No estaremos confundiendo filantropía con evangelización?

La controversia estaba servida. Desde fuera de la Iglesia, Rahner fue cuestionado por aquellos que, profesando otra fe y estando comprometidos con las personas y su dignidad, con los valores humanos, rechazaron ser considerados “cristianos anónimos”. Soy budista, soy musulmán, soy ateo… no soy un “cristiano anónimo”.  No me hace falta ese título prestado… que, por otra parte, rechazo.”  Hay espiritualidades y credos religiosos diversos que también proponen y desarrollan procesos de humanización. Es por tanto legítima la postura de quienes no aceptan una identidad cristiana o evangelizadora cuando se comprometen con la humanización. 

Desde dentro de la Iglesia tampoco faltaron quienes cuestionan a Rahner. Si bien la idea de un cristianismo centrado en los valores humanos tuvo gran aceptación en muchos teólogos de la liberación, fue justamente desde dentro de esta corriente teológica que algunos, como Clodovis Boff, vieron en esta identificación del cristiano con los valores humanos, un peligroso camino de pérdida de identidad. Según el Papa Francisco, si la propuesta eclesial, evangelizadora, no se inspira en el mensaje y la persona de Jesús de Nazaret, no pasaremos de ser una ONG. 

Una ONG con una propuesta digna y urgente, filantrópica, pero que empobrece, oculta, disimula… su identidad espiritual específica. La hospitalidad nos regala un contexto de humanización de gran calado. Y ahí nos encontramos todos… bautizados creyentes, bautizados no creyentes, no creyentes, personas con otros credos o agnósticos…

 

Integrando conceptos: Identidad institucional, humanización, atención espiritual y religiosa…

Respetamos e integramos con alegría a quienes colaboran en los procesos de humanización hospitalaria desde otras motivaciones, desde otras espiritualidades, sin por ello renunciar, como institución de Iglesia, a una humanización inspirada en la antropología cristiana. 

No podemos, no debemos renunciar a la genuina aportación del humanismo cristiano. Plantearnos la HUMANIZACIÓN como expresión EVANGELIZADORA y HOSPITALARIA es válido, en tanto en cuanto humanicemos en clave de evangelio, en tanto en cuanto, en nuestros centros no falte ese compromiso por hacer presente el mensaje y la vida de Jesús de Nazaret. 

La Hospitalidad al servicio de la Humanización no puede olvidar este horizonte EVANGELIZADOR… A no ser que optemos por ser una institución filantrópica, una dignísima ONG, olvidando la identidad fundacional, la identidad evangelizadora. 

La humanización, tan necesaria como urgente, será coherente con el Modelo Hospitalario en tanto en cuanto este horizonte, integrador, no excluyente, esté presente.  Cuando en el horizonte del proceso humanizador está integrado el mensaje y la vida de Jesús de Nazaret, el carisma fundacional, entonces podemos decir que humanización y evangelización, se implican dinámicamente. Entonces, podemos decir que el proyecto hospitalario está al servicio de una humanización coherente con nuestra identidad institucional. Podemos afirmar que estamos respondiendo de forma integral a la persona, al derecho que le asiste de ser atendida, también en sus necesidades espirituales y religiosas.

Cuando mi servicio, cualquiera sea el lugar que ocupo en la institución, es coherente con este enfoque de humanización, integrador, dialogante con la diversidad, pero que no renuncia a su específica propuesta de atención a la dimensión espiritual de las personas atendidas, desde el humanismo cristiano, puedo afirmar que soy constructor del Proyecto Hospitalario al servicio de la Humanización.

Danilo Farneda, Coordinador de Pastoral AER de Hermanas Hospitalarias Málaga

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